Relacion con la Depresión

Me siento deprimida", "estoy angustiado", "me falta el aire, tengo que salir": tras estas y otras similares salimos de compras, con la convicción de que gastar aliviará nuestra ansiedad o disgusto. Sentimientos de tristeza, rabia, incomprensión, desatención y soledad, encuentran su vía de escape en la compra de artículos muchas veces no necesarios que nos aportan satisfacción en el momento de su adquisición. Quizá buscamos que alguien nos haga caso y sentir que "somos alguien". 





Estas personas sienten el deseo de comprar después de una ruptura amorosa, de un conflicto familiar o ante cualquier problema que afecta su estado de animo. Buscan cualquier cosa atrayente en la tienda o en el centro comercial, no importa que tengan dos iguales en casa.



El estado de euforia de los compradores compulsivos es característico en el momento que reciben su mercancía, pero cambia radicalmente conforme se acerca de nuevo a su hogar o a la situación que lo inquieta.








La relación de la compra compulsiva -como adicción-, tiene que ver con la cuestión de la autoestima, ya que se busca un mejor estado de animo, efecto de lo comprado, olvidando que por mas articulo y prendas caras que porte, su bienestar será efímero, ya que cualquier dificultad consigo mismo debe solucionarse desde su interior.


La falta de sentido de nuestra vida, activan en algunas personas el deseo de comprar objetos cuya adquisición no es del todo justificable.


Al efímero placer le siguen los remordimientos, las peleas familiares por los gastos desmedidos, el sentimiento de culpa, la depresión y una ansiedad que sólo se apaga con un nuevo consumista compulsivo.

Muchos compradores compulsivos son en realidad enfermos depresivos. No es infrecuente que la compra compulsiva se acompañe de trastornos de la alimentación, especialmente bulimia, y ocasionalmente de cleptomanía.





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